El círculo de seguridad explica cómo desarrollamos el apego y aprendemos ciertos patrones de comportamiento en la relación con nuestros padres.
Vamos a poner un ejemplo para explicar este modelo: Un niño yendo al parque con su madre.
- Yo, como niño, necesito una base segura, que será mi madre.
- Teniendo esta base segura, querré ir a explorar. Querré jugar con otros niños, correr, saltar, trepar por los árboles…
- Y necesitaré que mi madre apoye esta exploración. Mi madre va a estar pendiente de mí desde la lejanía, se alegrará de que esté jugando, me ayudará si lo necesito, y se divertirá con mi juego.
Si mi madre estuviera preocupada, con miedo a que me pasara algo, a que me hiciera daño o a que los niños se metieran conmigo, me transmitiría también esta preocupación. Yo, en consecuencia, aprendería que el mundo es peligroso. Y esto tendría consecuencias en el desarrollo de mi estilo de apego, y en cómo me comporto ante la vida.
- Cuando termine de jugar, voy a volver junto a mi madre, y necesitaré que ésta me dé la bienvenida, siendo un refugio seguro para mí. Mi madre me va a proteger, me va a consolar si me he hecho daño o se han metido conmigo, se va alegrar por lo bien que lo he pasado, y va a organizar mis sentimientos.
Si mi madre se muestra pasota o me regaña, o me dice que no llore si me he hecho daño, o que no me enfade si se han metido conmigo porque son cosas de críos, voy a recibir eso. Mi madre no estará organizando mis sentimientos, no estará atendiendo mis necesidades, y voy a vivir eso como un rechazo. Por lo tanto, aprenderé que el mundo me rechaza. Y actuaré en consecuencia a lo largo de mi desarrollo como persona.
Todo esto, junto con otros factores, puede dar lugar a los estilos de apego. Lo cual hablaremos más adelante.